No sé si había hablado antes de mi pelusa. Vive debajo de mi cama y a veces sale a dar una vuelta. Yo la cazo y la echo de mi habitación, pero siempre vuelve; se ve que me quiere mucho.
Por eso nunca me han dado miedo los monstruos de debajo de la cama cuando era pequeña, como a mis amigas... juas, ¡tengo una superpelusa!
Es genial, pero nunca le digo nada, no sea que se tome muchas confianzas y se me suba a la cama, que soy alérgica al polvo... Hay que ser cariñoso pero firme con las pelusas éstas que si no, se maleducan y no hay quien las soporte.
Jugamos a que yo la barro y le echo a la basura. Pero ella sabe que es broma.

Por eso nunca me han dado miedo los monstruos de debajo de la cama cuando era pequeña, como a mis amigas... juas, ¡tengo una superpelusa!
Es genial, pero nunca le digo nada, no sea que se tome muchas confianzas y se me suba a la cama, que soy alérgica al polvo... Hay que ser cariñoso pero firme con las pelusas éstas que si no, se maleducan y no hay quien las soporte.
Jugamos a que yo la barro y le echo a la basura. Pero ella sabe que es broma.

Ojo, no siempre soy tan cursi.
