Estaba duchándome, y de pronto veo una sombra junto a la cortina. Puff, la cucarachita quería ducharse conmigo la sinvergüenza... si no fuera porque me dan un asco desmedido, la habría invitado. O la hubiera dejado tranquila que observara cuanto quisiera. Pero en lugar de eso, pierdo la razón y empiezo a gritar. El pobre de mi chico ya pensaba que me había resbalado y me habia roto una pierna, y en lugar de eso, estaba erizada y sin parar de gritar.
Es que es una situación especial, porque te pilla más indefensa y desprotegida de lo normal, no tienes zapatos, estás mojada... bueno, ya sabéis como está uno en esos momentos.
Pensándolo fríamente no es para tanto, si caemos en la cuenta de que una cucaracha no es un saltamontes, así que no iba a saltar hacia mí como un murciélago furioso... Y bueno... también estába en el otro lado de la cortina.
Pero bueno, yo grito, que para eso soy una chica.
Al final mi héroe me salvó. Entró la tiró al suelo con el palo de la escoba, la pisó y se fué. Ah!, y se rió de mi un rato.

Etiquetas: Reflexiones

Por supuesto que las cucarachas no van a saltar como los saltamontes... porque tienen alas. Jajajaja.
Algunas variedades de cucarachas vuelan, no las pierdas de vista ni un momento.
Algunas variedades de cucarachas vuelan, no las pierdas de vista ni un momento.
Uy que si vuelan...y se te meten en la boca mientras gritas. Y para salir lo hacen por el lacrimal derecho, eso sí, no sin antes haberse pasado un rato paseándose por entre tus ovarios y el interior de la vagina.
Un encanto, vamos...
Un encanto, vamos...